Cuando, allá por junio de 2008, saltaron las primeras noticias de que una nueva producción cinematográfica volvería a llevar a Sherlock Holmes a la gran pantalla, muchos fuimos los que nos quedamos asombrados al conocer el origen de la trama del futuro film. Todavía sin protagonistas (Downey Jr. y Law aún tardarían en aparecer), Warner BROS. solo aseguraba que la nueva aventura del detective de Baker Street sería la adaptación de una novela gráfica inédita de próxima aparición.
Desde entonces, los aficionados al noveno arte (y a Holmes) nos interesamos por esta “novela gráfica”, e incluso tratamos de investigar (o más bien apostar) cuál sería la editorial española que con mayor posibilidad publicaría la obra en nuestro país. Sin embargo, los meses pasaban y mientras que la producción avanzaba e iban apareciendo nuevas noticias acerca del film, nada nuevo se sabía del cómic. Lo único que se sabía a ciencia cierta era que se trataba de una novela gráfica con guión de Lionel Wigram (uno de los productores de la película) y dibujo de John Watkiss.
El tiempo, como suele pasar casi siempre, acabaría por colocar las cosas en su sitio, o al menos, por aclarar la confusión: la novela gráfica jamás se publicaría porque no existía; en realidad, Wigram y Watkiss habían realizado una serie de imágenes conceptuales, una muestra de ilustraciones del tono que el productor pretendía dar al a película (ni siquiera story-boards, eso llegaría después), y que sirvió para que Warner diera luz verde la proyecto.
Muchos nos desilusionamos al conocer la verdad, especialmente por la ilusión que a los aficionados al cómic nos hacía saber que un blockbuster basado en Holmes tendría su origen en el noveno arte; sin embargo, y pese a no poder disfrutar del cómic, sí hemos podido conocer esas imágenes, que han sido publicadas en algunas ediciones especiales del DVD de la película o, como en el caso de las ilustraciones que acompañan a este post, en ediciones especiales y numeradas de pocos centenares de ejemplares.
Un vistazo a esta docena larga de ilustraciones nos muestra a un Holmes muy alejado tanto de su imagen clásica como (por extraño que pueda parecer) de la que ofrece en la película. Así, tenemos a un Holmes de cabello largo, atlético y juvenil, que nos aparece armado con un nunchaku y una espada, como si de un guerrero ninja se tratase. Watson, por su parte, vuelve a ser un ayudante barrigudo (con aspecto de matón de taberna, a mi parecer), y en el caso de Irene Adler la transformación llega a rayar el paroxismo: la “mujer” se transforma en una especie de heroína hipersexualizada con un traje que no deja de recordar a la Vampirella de Warren Comics.
Según declaraciones de Wigram, las imágenes responden a su idea personal del personaje: “Me di cuenta de que, al leer las historias, la imagen que tenía de ellas era muy distinta a la que la gente solía tener”. Y tanto que distinta; la cuestión es que al señor Wigram ni se le pasó por la cabeza que pudiera ser él quien tuviera una visión equivocada… En conclusión, la colección, huelga decirlo, no va más allá de una amable curiosidad para sherlockianos y holmesianos, que en poco o nada identificarán al detective de Baker Street. O, como mínimo, y visto el resultado final, tal vez sirva par que más de uno reconozca que, a fin de cuentas, la película de Guy Ritchie tampoco estaba tan mal, con lo que podría haber acabado siendo…
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