Los años 70 fueron años de gran experimentación en el mundo del cómic americano: después del boom de los 60, en la nueva década aparecieron nuevas series, se dio paso a nuevas temáticas (series protagonizadas por mujeres, personajes de raza negra, vampiros, artes marciales)... e incluso series protagonizadas por villanos.
Es el caso de la serie que nos ocupa, el efímero título dedicado al Joker. Después de varias décadas de trayectoria, el enemigo por excelencia de Batman se había ganado el derecho de disponer de su propia cabecera. La serie fue efímera, pero dio tiempo para que, en su sexto número, el príncipe payaso del crimen se viera las caras a un rival de su altura: el propio Sherlock Holmes.
El cómic, escrito por Denny O'Neil (una auténtica institución dentro de la franquicia del Hombre Murciélago) y dibujado por Irv Novick y Tex Blaisdell, sigue paso a paso los tópicos de varias aventuras protagonizadas por personajes como El Acertijo o el propio Joker: el villano va cometiendo una serie de crímenes siguiendo la lógica de un libro, de un rompecabezas, etc; y el héroe en cada caso ha de tratar de adelantarse al villano para impedir cada uno de los golpes. En este caso, y acompañando al Joker, tendremos como protagonista a Holmes, o mejor dicho, a un sosias de Holmes que contará con toda la perspicacia del detective.
La historia se inicia en un teatro donde se está representando una obra sobre Sherlock Holmes, protagonizada por el actor Clive Sigerson (tal vez una referencia a Clive Brook, el primer Holmes del cine sonoro, y Sigerson por el nombre que el detective utilizó durante el gran hiato). Sin embargo, el caos estalla en el momento en el que el actor que encarna a Moriarty se sale del guión y ataca a Sigerson, para a continuación revelarse como el mismísimo Joker.
Durante la pelea que se produce a continuación, Sigerson queda inconsciente. Apenas el Joker y sus secuaces han desaparecido, el actor recobra la conciencia, pero de ya no es Clive Sigerson: de algún modo, los golpes recibidos le hacen pensar que realmente es Sherlock Holmes, y que ha de resolver el caso del Joker.
De momento, es capaz de entrever la intención del payaso en su irrupción en el teatro: el nombre del teatro es "Bohemian", y lo que ha robado es un retrato de la actriz que en la obra interpreta a Irene Adler, "la mujer"... en definitiva, una referencia a Escándalo en Bohemia, uno de los relatos originales de sir Arthur Conan Doyle.
Preocupado por el estado mental de
Sigerson, el director de la obra ordena a uno de los técnicos del teatro que le acompañe. Se trata de un antiguo marinero llamado
Watson... a quien, después de años trabajando en los muelles ("docks"), todo el mundo conoce como
"Dock" Watson. El círculo se cierra, y ya tenemos a la pareja de detectives que saldrá en persecución del
Joker.
De vuelta a su cubil, el Joker revela a sus matones cuál es el plan que está llevando a cabo: su objetivo es dejar en ridículo a todos los detectives del mundo (empezando por Batman, por supuesto), pero mientras el hombre murciélago espera su momento, el Joker ha decidido enfrentarse al mismísimo Sherlock Holmes. El problema es que Holmes es un personaje literarario, pero el Joker encuentra la solución: se dedicará a perpetrar diversos crímenes basándose en las aventuras originales del detective de Baker Street. Dicho y hecho, después de robar la foto de Irene Adler, el payaso del crimen se dispone a elegir la próxima historia...
Al día siguiente, Sigerson-Holmes, acompañado de su fiel pero despistado "Dock" Watson, llegan a un campo de golf, donde según el detective debe tener lugar el segundo golpe del Joker. El pobre Watson no está seguro de lo que sucede, pero el detective sabe que no se equivoca, y que el criminal actuará allí...
Y efectivamente, Holmes y Watson sorprenden al Joker y sus secuaces a punto de cometer alguna fechoría... el detective, satisfecho tras haber sido capaz de deducir cuál era el siguiente lugar donde el payaso iba a actuar, no duda en enfrentarse con los puños a los criminales, que pronto descubren que la habilidad de lucha del detective no tiene nada que envidiar a la suya...
Una vez despachados los matones, es el turno de enfrentarse al Joker en persona, para el cual el detective reservará un combate muy especial: nada menos que un duelo de esgrima utilizando palos de golf en lugar de espadas. Otra de las habilidades físicas del detective puesta a prueba...
Por desgracia, el Joker pone en práctica sus célebres trucos sucios, de forma que el detective acaba enredado literalmente en una trampa que permite que los criminales escapen. Sin embargo, todo está claro en la cabeza de Holmes: la persona que estaba jugando en ese hoyo, J.B. Wilson (referencia a "Jabez Wilson"), también conocido como "Red", es el líder ("Head") de una Liga ("League")... una referencia directa a La liga de los pelirrojos, otro de los relatos escritos por sir Arthur Conan Doyle...
Por su parte, el
Joker no duda en exhibir el trofeo que ha encontrado en esta nueva aventura: el banderín del hoyo número 4 del campo... es decir,
El signo de los 4.
Holmes sabe que se acerca el golpe final del Joker, el plan maestro, y tras pensar cuál puede ser el próximo movimiento del criminal, decide acudir a la fiesta que el millonario Bruce-Partington celebra en su barco, una nueva referencia a otro de los casos del canon. Así, Holmes y "Dock" Watson acuden al puerto esa misma noche y se enfrentan a los secuaces del payaso, una vez más...
Sin embargo, el Joker no aparece por ninguna parte, y Holmes deduce que la fiesta, así como el fingido golpe contra el barco, no ha sido más que un señuelo para alejarle del auténtico plan. El detective está a punto de darse por vencido, hasta que su fiel Watson le advierte el curioso nombre de un barco remolcador, que de nuevo nos lleva irremediablemente a la novela por excelencia del detective...
Efectivamente, es en ese remolcador, "The Baskervilles", donde realmente se halla el Joker, cumpliendo su último golpe: hacerse con el cierre de una escotilla, que sirve para asegurar "dog down" la estructura, haciendo un juego de palabras con el término "dog" y el libro The Hound of Baskervilles. Como se puede comprobar, el nivel de retorcimiento del Joker alcanza en este último golpe su punto álgido...
Sin embargo, Sigerson-Holmes ha sido capaz de deducir la artimaña del payaso, e inmediatamente se presenta para frustar los planes del criminal... ante la atónita mirada de los matones, que empiezan a creer que realmente ese detective es Sherlock Holmes, y no un simple actor interpretando un papel.
La acción acaba, como no podía ser de otra forma, con un final pasado por agua al más puro estilo El problema final, en el que el Joker ocupa el lugar del malogrado profesor Moriarty, aunque con un destino bastante menos mortífero que el del Napoleón del crimen en las cataratas de Reichenbach...
Con el Joker detenido y encarcelado, solo queda una cuestión por resolver... ¿quién es realmente Clive Sigerson? ¿De verdad ha estado actuando todo este tiempo, o el golpe que recibió en la cabeza lo convirtió en un auténtico Sherlock Holmes? La verdad se revela cuando el actor reaparece bajo la máscara del detective, argumentando que todo ha sido un juego destinado a atrapar al criminal, utilizando para ello la personalidad del investigador de Baker Street. O, parafraseando de nuevo uno de los relatos de Arthur Conan Doyle... un simple "caso de identidad".
En conclusión, nos encontramos ante un cómic entretenido, con un guión cargado de tópicos que O'Neil maneja bien (no solo demuestra conocer la obra del personaje, sino también algunos de sus rasgos menos célebres, como su habilidad pugilística o con la esgrima), y un dibujo algo mediocre, pero que nos ofrece todo un repertorio de juegos de palabras y mentales con algunas de las grandes novelas y relatos del personaje. Un buen ejemplo de lo que podría ser una rareza (o quizá no tanto) holmesiana, y que por algún motivo sigue inédito en nuestro país.
FICHA- TÍTULO: "Sherlock stalks the Joker", en
The Joker #6.
EDICIÓN ORIGINAL: 1976
EDITORIAL: DC Comics
GUIÓN: Denny O'Neil
DIBUJO: Irv Novick y Tex Blaisdell
EDICIÓN ESPAÑOLA: No hay